Hay que si príncipes hay que si sapos, solo existen bestias y no han sido conjurados. Con dientes afilados si te muerden ya no hay cambio. El pelo su adicción y su calma el moratón. Cuanta más sangre echas, mas se enaltece la bestia.

Ahí tienes la salida y con mucha elegancia te digo que te vayas y si quieres te lo digo en inglés o en francés, da igual. Quiero ver como te marchas mientras te susurro al oído que fuiste mi suicidio.
Y es que contigo era más fácil llorar que hablar o respirar. Daba igual, si no obtenías lo que buscabas conmigo la pagabas.
Era tan fácil hacerme reír, pero cuánto te costaba.
Pensé que todo cambiaría, que la bestia se transformaría, pero yo me equivocaba, todo esto fue una farsa.
Reuní las pocas fuerzas que me quedaban para hacer una llamada, pedía tregua y con esperanza aguardaba minutos de espera para la escapada. Pero una mano se alzaba sobre mi cara y arrebataba todas mis esperanzas. Pero no era tarde, se habían escuchado mis plegarias.
Congelado el tiempo me asomé a la ventana y vi que ya llegaban. Luces rojas, azules, blancas, tintineaban bajo la ventana, era ni tregua que ya llegaba.

Y todo esto terminó, la vida comenzó a verse de forma más tranquila, sin pensar en las astillas, sin el temor de pensar que te pegará cuando tenga un mal día.

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