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Mostrando entradas de enero, 2016

Furia, qué bonito nombre para algo tan cruel.

Furia, qué bonito nombre para algo tan cruel. Una palabra que expresa sentimientos acumulado, que te puede llevar a la locura, a dañar a otras personas o a ti mismo, que solo contiene cinco letras y ninguna dañina, pero su conjunto significa dolor, miseria, soledad... ¿Y para qué sirve la furia si no es para aplacarla? Solo trae problemas pero sin embargo es algo con lo que diariamente tenemos que convivir. Palabras como estas taladran nuestra cabeza en busca de su hogar, su lugar de residencia infinito. Pero no podemos permitir que nuestros muros caigan, la furia no puede derribar la muralla que el corazón crea. Pero a veces es más fácil dejar que se instale que no echarla a patadas porque la furia retenida es incómoda, mientras que lanzarla hacia otra persona nos calma. Pero, ¿realmente nos calma, o nos inquieta? Y aquí entra el papel de la conciencia quien lucha para que hagamos el bien y sepamos aplacar nuestra furia sin necesidad de contraer todos los males que esta provoca. El