Furia, qué bonito nombre para algo tan cruel.

Furia, qué bonito nombre para algo tan cruel. Una palabra que expresa sentimientos acumulado, que te puede llevar a la locura, a dañar a otras personas o a ti mismo, que solo contiene cinco letras y ninguna dañina, pero su conjunto significa dolor, miseria, soledad...
¿Y para qué sirve la furia si no es para aplacarla? Solo trae problemas pero sin embargo es algo con lo que diariamente tenemos que convivir.
Palabras como estas taladran nuestra cabeza en busca de su hogar, su lugar de residencia infinito. Pero no podemos permitir que nuestros muros caigan, la furia no puede derribar la muralla que el corazón crea.
Pero a veces es más fácil dejar que se instale que no echarla a patadas porque la furia retenida es incómoda, mientras que lanzarla hacia otra persona nos calma. Pero, ¿realmente nos calma, o nos inquieta? Y aquí entra el papel de la conciencia quien lucha para que hagamos el bien y sepamos aplacar nuestra furia sin necesidad de contraer todos los males que esta provoca. El problema de este ser llamado conciencia es que no es igual para todos, no todas las personas tenemos un mismo tipo de conciencia. Hay personas con una conciencia a la que yo llamo sana que son las que llevan al bien y otras que son las dañinas que llevan a problemas como la furia. ¿Pero quién dictamina el tipo de conciencia que se tiene? Si al fin y al cabo, para mí, mi conciencia es la sana y las personas que no tengan una parecida a la mía tendrán la dañina.

Comentarios

  1. Genial Yeya, sigue con esa furia sana peleando en la vida y conquistando día a día las conciencias de los que tenemos la suerte de tenerte

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